Llegamos muy pronto a Belorado. El pueblo está junto a un pequeño cerro en cuya cima se ven las ruinas de un viejo castillo.
Junto a la entrada del pueblo nos topamos con el albergue, en la antigua casa parroquial, pegado a la iglesia. Los hospitaleros son extranjeros, suizos o alemanes.
No abren hasta las 13:00. Hemos llegado con hora y media de adelanto. Nos ponemos ordenadamente a la cola...
Nos colocamos en la fila guardando puesto. El albergue es pequeño. solo tiene 20-22 plazas. Otros optan por colocar su mochila y buscar lugares más cálidos...
Junto a la puerta del albergue hay una mesa con el sello para que cualquier peregrino lo pueda usar en su carné cuando pasa.
También hay un botijo, entrañable y castizo utensilio de profunda raigambre española. Los foráneos, desconocedores de su utilidad, sienten curiosidad. Aquí vemos a nuestro amigo mexicano ensayando su uso (con previas indicaciones nuestras):
¡Conseguido con éxito!
M. huye de la fresca sombra buscando el calor del sol...
Pero está poco tiempo sola...
Obviamente ha acertado con el sitio. Enseguida se llena de peña. Todos juntitos al sol...
Otros siguen prefiriendo la sombra...
Mientras unos hacen cola y nos guardan el puesto, otros salimos a dar una vuelta por el pueblo. Yo tengo la imperiosa necesidad de comprar una bolsa de guisantes congelados... Ya veréis el porqué.
Esta es la fachada de la Iglesia de Santa María la Mayor (s XVI) que está junto al albergue:
Y ésta es la Iglesia de San Pedro (s XVIII), en la Plaza Mayor:
Volvemos a la cola para entrar en el albergue. Aprovecho para utilizar la bolsa de guisantes. Es el mejor método de aplicar frío en mi agudizada tendinitis:
Por fin, abren las puertas del albergue. Mis compañeros consiguen instalarse en estas cuatro literas situadas en un recodo junto a las escaleras. A mi me tocará dormir en la sala de al lado con otros nueve peregrinos...
Una vez instalados y tras una reparadora ducha, salimos a comer y a hacer una rápida visita por el pueblo...
La Plaza Mayor, bellamente porticada...
Después de comer volvemos al albergue.
Visitamos brevemente la Iglesia de Santa María:
Luego, un rato de esparcimiento con juegos de naipes en el albergue...
Luego, a revisar la colada y recoger la ropa seca:
Mi segunda sesión de los terapéuticos guisantes:
Ya por la tarde, reposamos junto a otros peregrino en la placita frente al albergue
Algunos toman el sol, como Marco, el mexicano y los italianos Marcello y Roncati...
P y yo estamos a la sombra junto a una peregrina francesa
P luce la camisola de la Roja. Esta noche, la selección juega un decisivo partido contra Portugal. P ya se ha puesto en situación...
México y España, hermanados al sol:
Más soleado hermanamiento: México, España e Italia:
Aquí estoy departiendo con una simpática peregrina gala:
Nos da tiempo para asistir a la misa de peregrinos en la iglesia adyacente, donde recibimos una bendición muy especial.
Luego vamos a cenar a un bar de la Plaza, abarrotado de seguidores de la Roja. Vemos la primera parte del partido, emocionante pero sin goles.
Debemos irnos antes de que acabe la segunda parte, pues el albergue cierra sus puertas a las 21:00, improrrogable.
Luego nos enteraremos del magnífico gol de Villa que da el pase de España a semifinales:
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