La tarde estaba avanzada e hicimos una casi comida-merienda. Mientras comíamos, nos saludó otra peregrina, francesa de Bessançon, muy locuaz, y que, casualidades de la vida, también estaba alojada en nuestra habitación...para nuestra desgracia, pues por la noche comprobamos sus magníficas dotes roncadoras.
Volvimos al albergue cruzando de nuevo el puente medieval.
Los jóvenes se fueron por su cuenta para dar una vuelta y bañarse en el río.
Yo salí con JM y P por el pueblo. P ya lo conocía y fue nuestra guía.
Llegamos a la piscina de agua salada. Es un manantial de aguas mineralizadas que vierte en una balsa junto al río. Es de uso gratuito y público y está junto a las piscina municipales.
Luego ya nos recogimos en el albergue. Antes de retirarnos a nuestras literas tuvimos nuestros momentos de meditación...con unas cartas en las manos.
Luego, a la cama, donde nos esperaba Bessançon y su serenata nocturna.
playing card huh!!!!!!
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