Salimos de Los Arcos de madrugada, antes de las 6 de la mañana, y con buen paso nos ponemos en camino. Al principio recorremos en oscuridad una larguísima pista agraria, muy recta. Solo la luz de la luna y la de nuestras exiguas linternas nos permiten ver donde ponemos los pies. La pista desemboca en una carretera local que sube ligeramente hasta llegar a Sansol (km 6,86). Un kilómetro más adelante está Torres del Río, al que llegamos después de descender por una vertiginoso sendero, cementado a tramos, para cruzar un estrecho puente sobre el río. Y de ahí, de nuevo ascender hasta el centro del pueblo donde encontramos la cafetería del albergue abierta y paramos para tomar un ligero desayuno.
Después retomamos el camino. Para salir del pueblo tenemos que seguir subiendo sus empinadas calles.Ya hay luz suficiente como para poder hacer alguna foto, como la de la Iglesia de Santo Sepulcro, del siglo XII, que reproduce a escala el templo de Jerusalén. Es de planta octogonal, como la de Eunate. En su alzado presenta tres cuerpos, con ventanas en el superior, y una linterna central.
Continuamos camino por veredas pedregosas y polvorientas.
El camino continua sin grandes dificultades por un pinar y junto a la carretera hasta alcanzar un parque recreativo y más adelante, la Laguna de las Cañas (km 22), ya muy cerca de Logroño.
Cansados, pero satisfechos de alcanzar nuestro objetivo, nos adentramos por las calles de Logroño, descubriendo la Fuente de los Peregrinos,
y la Iglesia de Santiago el Real, del siglo XVI.
Junto a la Iglesia está la casa parroquial y su modesto albergue para peregrinos. Tenemos que esperar unos minutos hasta que nos abran sus puertas.